Bitcoin como herramienta de resistencia en África
Farida Nabourema, activista y curadora de la Africa Bitcoin Conference, advierte sobre los riesgos de tratar la adopción de bitcoin (BTC) en África como una simple forma de ayuda o caridad. Nabourema, con una amplia experiencia directa con BTC en África, afirma que el potencial del activo va mucho más allá de simples donaciones o campañas de concienciación: «Bitcoin no es caridad», enfatiza.
Protección frente a la depreciación de las monedas locales
Originaria de Togo, un país con décadas de autoritarismo, Nabourema encontró en la moneda creada por Satoshi una herramienta para proteger su seguridad y la de quienes la rodean. En un escenario donde incluso recibir fondos podía ser interpretado como apoyo político y conducir al encarcelamiento, esta tecnología le permitió transferir valor de manera privada y segura.
Su experiencia demuestra que la adopción de bitcoin puede tener un impacto real en la vida de las personas, protegiéndolas de la inflación y de sistemas financieros represivos.
Resistencia a la pérdida de valor de las monedas locales
Además de proteger la privacidad de los usuarios, bitcoin ofrece resistencia a la pérdida de valor de las monedas locales, un problema frecuente en muchos países africanos. Gracias a las cualidades de bitcoin, familias y emprendedores pueden resguardar su patrimonio, recibir remesas de manera directa y realizar transacciones sin depender de intermediarios que podrían bloquear o vigilar sus fondos.
Alerta sobre enfoques superficiales en la adopción de Bitcoin

Existe una obsesión por ‘atrapar’ a la mayor cantidad de personas posible, repartiendo algunos satoshis para demostrar adopción, organizando reuniones interminables y contando a los donantes historias de ‘viudas’ cuyas vidas supuestamente cambiaron de la noche a la mañana. Este enfoque refleja la vieja industria de la ayuda: cifras rápidas, impacto superficial y fotos prefabricadas que lucen bien en los informes, pero no dicen nada sobre un cambio real. Ya hemos visto este ciclo antes, y es peligroso.
Farida Nabourema, activista y curadora de la Africa Bitcoin Conference
Para Nabourema, su argumento se apoya en las lecciones históricas de África. Sostiene que la proliferación de ONG en los años 90 y 2000 transformó la lucha por la democracia en un negocio de talleres diseñados para atraer financiación externa, mientras que la verdadera resistencia política —la que realmente incomodaba a las dictaduras— quedaba relegada.
En consecuencia, la activista advierte que se corre el riesgo de repetir ese mismo patrón con bitcoin. Eso, si es convertido en un instrumento de dependencia o espectáculo, en lugar de consolidarse como una infraestructura de libertad financiera.
Así, la activista subraya que la adopción genuina de BTC debe medirse por su impacto real: familias que resguardan sus ahorros, trabajadores que reciben remesas sin intermediarios, emprendedores que operan con libertad y oradores que escapan a la vigilancia de gobiernos autoritarios. «Bitcoin es infraestructura y tecnología de libertad. Tratarlo como caridad es despojarlo de su alma», afirma Nabourema.
Replanteando el enfoque en la adopción de Bitcoin
Finalmente, la especialista llama a los financiadores y a la comunidad internacional a replantear su enfoque. Ella pide apoyo para los proyectos que se sostengan por mérito propio, que respondan a necesidades reales y que integren a bitcoin en la vida cotidiana sin depender de incentivos externos. Solo así, asegura, BTC podrá cumplir su promesa de autonomía y soberanía.
El testimonio de Farida encuentra respaldo en un reciente estudio citado por CriptoNoticias, el cual revela cómo al menos 329.000 refugiados en todo el mundo ya han recurrido a bitcoin para resguardar sus ahorros al escapar de guerras y persecuciones. El informe proyecta que, para 2035, más de 7,5 millones de personas desplazadas podrían depender de esta tecnología para sobrevivir.
Estos datos refuerzan la advertencia de Nabourema: más allá de la retórica de la caridad o de las campañas superficiales, BTC demuestra su verdadero valor cuando se convierte en infraestructura de libertad, capaz de proteger la dignidad y la autonomía de quienes lo necesitan en los escenarios más adversos.