En tiempos donde la sexualidad suele medirse en términos de rendimiento y rapidez, un antiguo enfoque vuelve a cobrar fuerza: el método Karezza, una práctica íntima que propone dejar de lado el orgasmo como meta principal y centrar la atención en la conexión emocional y afectiva de la pareja.
Una práctica con historia: El método Karezza
Aunque hoy suene innovador, el Karezza nació en el siglo XIX. Fue introducido por el reformador social John Humphrey Noyes y más tarde popularizado por la ginecóloga Alice Bunker Stockham, quien en 1896 le dio nombre inspirándose en la palabra italiana carezza (“caricia”). Décadas después, autores como J. William Lloyd ampliaron sus beneficios, vinculándolo con la relajación, la salud física y la unión espiritual.
¿En qué consiste?
El método Karezza no busca eliminar el orgasmo, sino desacoplarlo del centro de la experiencia sexual. La práctica invita a las parejas a enfocarse en:
- Caricias prolongadas, miradas profundas y contacto piel con piel.
- Ritmos lentos y respiración sincronizada.
- Comunicación abierta y empática durante todo el encuentro.
- Intimidad sin prisas, donde el disfrute del camino importa más que el desenlace.
Los beneficios reportados
Diversos testimonios y estudios preliminares destacan que el Karezza puede:
- Reducir la presión y ansiedad por el “rendimiento” sexual.
- Mejorar la confianza y la intimidad emocional en la pareja.
- Fortalecer el vínculo gracias a la liberación sostenida de oxitocina, la llamada “hormona del apego”.
- Evitar la “resaca bioquímica” que algunas personas sienten tras el orgasmo repetido.
- Favorecer la relajación e incluso aliviar ciertas molestias físicas.
Una tendencia en auge
En foros y comunidades en línea, cada vez más parejas aseguran haber encontrado en el Karezza una forma de reconectar tras años de relación. Para muchos, se trata de un “sexo consciente” que desplaza la presión del clímax y pone el énfasis en la presencia mutua y la ternura.
Consideraciones finales
Expertos recuerdan que esta práctica no debe entenderse como una regla rígida: el orgasmo puede aparecer y no es un “fracaso”. Lo esencial es la intención de compartir intimidad de manera relajada, auténtica y sin expectativas.
En un mundo que a menudo acelera hasta los momentos más íntimos, el Karezza propone un cambio de paradigma: volver a la calma, a la caricia, al vínculo profundo.