Las fantasías sexuales no solo son frecuentes —incluso aquellas consideradas “inusuales”— sino que reflejan la diversidad erótica entre hombres y mujeres. Aunque persisten diferencias de género, los deseos mentales tienden a converger en torno a la conexión, la exploración y la búsqueda de experiencias novedosas, más allá de los estereotipos tradicionales (Onda Vasca).
Hombres vs. mujeres: ¿qué imaginan?
- En líneas generales, fantasías como revivir encuentros eróticos, tener sexo en lugares públicos, tríos o sexo con una expareja aparecen en ambos sexos.
- Los hombres suelen fantasear con múltiples parejas, encuentros más visuales y roles dominantes.
- Las mujeres, en cambio, tienden a incluir mayor carga emocional, intimidad y complicidad (ABC, Canal UGR, Wikipedia).
- Las cifras muestran diferencias claras: un 42 % de hombres fantasea con sexo grupal, frente al 16 % de mujeres; mientras que un 27 % de mujeres imagina encuentros con celebridades, contra un 16 % de hombres (Wikipedia).
Las 10 fantasías sexuales más comunes
- Tríos y sexo grupal – variedad y novedad, con fuerte presencia en el imaginario masculino.
- BDSM (dominación y sumisión) – cada vez más normalizado en la cultura pop.
- Sexo con desconocidos – la adrenalina de lo imprevisto.
- Revivir encuentros con exparejas – recuerdos intensos más que deseos de volver.
- Sexo en lugares públicos – morbo y riesgo como motor de excitación.
- Juegos de rol eróticos – profesor/alumno, médico/paciente, jefe/empleada.
- Fantasías con personas famosas – celebridades como símbolos de lo inalcanzable.
- Sexo con alguien del mismo sexo – curiosidad y exploración, incluso en heterosexuales.
- Situaciones románticas – conexión emocional y ternura, más común en mujeres.
- Fantasías tabú – lo prohibido como catalizador de deseo.
Lo distinto como motor erótico
Otra categoría creciente son las fantasías interraciales, donde el atractivo surge de lo diferente y de la mezcla cultural.

- En los hombres, suele estar vinculada a la búsqueda de novedad, lo exótico y estereotipos que asocian ciertos cuerpos a cualidades sexuales específicas.
- En las mujeres, aparece ligada tanto a la atracción física como a la curiosidad cultural y el sentido de aventura.
Expertos advierten que estas fantasías son naturales, pero que es importante no reducirlas a clichés ni cosificar a las personas por su raza u origen (Onda Vasca).
Turismo sexual: cuando la fantasía viaja
El llamado turismo sexual refleja cómo algunas personas llevan sus fantasías a otros países:
- Hombres: suelen buscar variedad de parejas, experiencias con trabajadoras sexuales o prácticas prohibidas en su lugar de origen. Los destinos más mencionados incluyen el sudeste asiático, Latinoamérica y Europa del Este.
- Mujeres: aunque en menor medida, también participan. Muchas buscan romance, intimidad y experiencias con “amantes exóticos”, especialmente en el Caribe o África.
Este fenómeno es polémico: para unos representa libertad y exploración, mientras que críticos lo relacionan con desigualdad y explotación sexual.
Tendencias recientes y cultura pop

- Tríos, BDSM y roles pasivos crecen entre los jóvenes, en una sexualidad menos rígida (El País, El Confidencial).
- El fauxcest (incesto fingido), la sumisión masculina y fetiches como axilas, voces o dendrofilia (atracción por los árboles) ganan terreno.
- La tecnología suma nuevas dimensiones: chatbots eróticos con IA permiten recrear fantasías íntimas a través de conversaciones personalizadas.
- Sexólogos como Valérie Tasso sugieren hablar de “peculiaridades eróticas” en lugar de patologías, celebrando la libertad de imaginar.
Más que imaginación: ¿para qué fantaseamos?
Las fantasías cumplen múltiples funciones:
- Exploran el deseo sin riesgo (Centrada en ti, Onda Vasca).
- Despiertan excitación y creatividad sexual.
- Fortalecen la intimidad si se comparten con confianza (Wikipedia).
- Ayudan a procesar tabúes y a reconectar con el deseo en distintas etapas de la vida.
Conclusión periodística
Las fantasías sexuales son un reflejo de nuestras transformaciones sociales y culturales. Desde tríos hasta turismo sexual, pasando por lo hardcore o lo romántico, la imaginación erótica es un territorio libre donde convergen curiosidad, deseo y construcción de identidad.
En las nuevas décadas, las fantasías se vuelven más diversas, inclusivas y digitales, alejándose de moldes rígidos. Comprenderlas con empatía y sin culpa es clave para integrarlas en la vida sexual.
Como resume una sexóloga contemporánea: “Fantasear es sano; es una ventana hacia un mundo sin restricciones físicas ni sociales” (El País).